¿A quién no le gusta viajar? Descubrir nuevos lugares, conocer otras culturas y desconectarse un poco de la rutina. Me llamo Francisca, soy fotógrafa de profesión, ciclista aficionada y esta fue mi experiencia viajando con mi bicicleta.
Hace tiempo tenía ganas de conocer Europa, llevaba un tiempo ahorrando y pasé de tener un trabajo con horario de oficina a estar freelance nuevamente, por lo tanto, afortunadamente, era libre de viajar el tiempo que quisiera (quiero mencionar que no tengo hijos, vivo con mis dos hermanas y tenemos una gata).
La primera pregunta que cruzó por mi cabeza fue: ¿y mi bici? Conociéndome no iba a soportar estar más de un mes sin pedalear y mi viaje duraría dos meses. Luego de considerar todos los pro y contras que pude enumerar, finalmente decidí llevarla… y fue una de las mejores decisiones que pude haber tomado!
Fue toda una hazaña, de principio a fin. Viajar con una bicicleta es bastante ajetreado si no se dispone de ayuda y transporte adecuado. Afortunadamente tanto el tren como el metro en Europa dejan que las personas suban con sus bicicletas, genial no? Sin embargo los buses que cruzan de un país a otro no siempre llevan equipo deportivo, por lo que el tren o los aviones son la mejor opción para ir a otro país con la bici. También creo que es mejor viajar con una maleta especial para la bicicleta, ya que eso les va a facilitar mucho más el llevarla de un lado a otro. La caja de cartón funciona super bien pero es muy complicada de andar transportando además de el bolso o maleta con el resto de nuestro equipaje.
Mi viaje podría dividirlo en tres partes: la parte en que pedaleé mucho, la parte en que fui solo una turista convencional y la parte en que pude disfrutar y ver el mejor ciclismo a nivel mundial.

El lugar elegido para comenzar esta aventura fue España, lo cual fue bastante bueno ya que al menos hablamos el mismo idioma y fue mucho más fácil habituarme a todo. En cuanto a gastos es muy similar a Chile, la gente muy amable, buena comida, hartas opciones vegetarianas y sobre todo infinitos lugares para pedalear! Primero llegué a Barcelona, pasé un par de días allí y me junté con una amiga de Chile que me mostró prácticamente toda la ciudad! Fue de mucha ayuda contar con ella ya que me explicó cómo son las cosas por allá. Pero mi destino principal era Asturias, así que finalmente tomé un bus con mi bicicleta rumbo a ese lugar (los buses normalmente cobran alrededor de 10 euros extras al pasaje por llevar la bicicleta a bordo y debe ir embalada. En el tren no cobran extra pero en viajes largos si debe ir en maleta o caja que no supere las dimensiones aceptadas en el tren).

Asturias
Me di cuenta que el Principado de Asturias no es tan conocido, así que les contaré un poco sobre este lugar, que es donde pasé más tiempo: está situado al noroeste de España, entre Galicia y Cantabria. Al norte posee costa bañada por el mar cantábrico y al sur limita con la provincia de León. Si son fanáticas y siguen las grandes vueltas del calendario World Tour tal vez le suene un puerto de montaña durísimo llamado Angliru, donde Alberto Contador obtuvo su última victoria como profesional antes de retirarse, durante la Vuelta a España del 2017. Dicho puerto se encuentra nada más y nada menos que en Asturias!

En este lugar es donde más ciclistas vi, en todas partes y a todas horas. Realmente hay mucho respeto en las carreteras, nunca me sentí insegura y la cantidad de lugares para ir pedaleando es impresionante (playa, montaña, bosques). También me impresionó el hecho que además de poder ir a todos lados en bici, una puede dejarlas afuera del local o incluso adentro en el caso del supermercado y no pasaba nada, nadie te pone caras raras por dejarla ahí mismo y sin cadena de seguridad.
A este paraíso del ciclismo llegué gracias a un amigo chileno que para esa fecha corría en un equipo local, por lo que tuve la tremenda suerte de que me mostrara las mejores rutas de la zona. Eso sí, totalmente recomendado si les gusta subir, porque allá sí que se sube. Hay puerto tras puerto, en donde subes y bajas para volver a subir. Creo que jamás había pedaleado una rampa del 20% y eso me cambió mucho la perspectiva sobre el ciclismo y mis propias capacidades.

Fue muy entretenida esta parte del viaje, porque creo que conocer los lugares en bicicleta te da mucha mas libertad y así uno conoce mejor. También ocurrieron situaciones sorpresivas como un tremendo diluvio un día (jamás había pedaleado con tanta lluvia encima) y un cruce fortuito en el camino con Ivan Cortina, corredor del Bahrein Merida.
Siempre es bueno tener algún conocido, pero si no es el caso google maps y Strava son tremendas herramientas para buscar rutas y si una se pierde, es cosa de preguntar ya que todos tienen la buena voluntad para indicarte el camino correcto.
Tras días y días de pedalear y conocer esta hermosa zona de España, comencé a despedirme y pensar en el siguiente destino.
Paris

La segunda parte del viaje, en que solo fui turista convencional, fue en Paris, porque allá me junté con una amiga de Chile que viajó sin bicicleta y preferí no llevarla, lo cual también fue una buena decisión, así que me fui en bus a Francia (que es más barato que el tren y más directo al menos desde donde yo estaba) y dejé mi bicicleta en España.
Francia es un poco más caótico en varios aspectos, sobre todo la capital, pero estar en la ciudad donde termina el Tour de France fue grandioso. Aún quedaba algo de la atmósfera de esas fechas y recorrí muchos de los lugares por donde pasa el pelotón en la etapa final de esta hermosa vuelta.


Paris es enorme, si bien mucha gente se mueve en bicicleta, vi a muy poquitos en bici de ruta, ya que la mayoría de los ciclistas salen de la ciudad para entrenar. De todas formas siempre hay opciones si desean pedalear por Paris; allá existen las mobikes también y otras empresas que mediante la app correspondiente pueden desbloquearlas desde el celular (siempre y cuando tengan datos móviles). Esta ciudad también cuenta con múltiples ciclovías y realmente es muy pedaleable.
Bélgica


Luego de Paris apareció la oportunidad de visitar Bélgica. Nuevamente gracias a la suerte de tener amigos chilenos y ciclistas corriendo en equipos en Europa pude llegar al epicentro de lo que es el ciclismo Belga, un lugar al que ni si quiera se me habría ocurrido ir alguna vez, ya que no estaba al tanto de la geografía de este país.
Oudenaarde es una pequeña ciudad ubicada en Flandes Oriental. Eso para mi ya fue suficiente información, ya que la región de Flandes está muy asociada al ciclismo y resultó que esta ciudad está en medio de todos los iconos del mundialmente conocido Tour de Flandes (De Ronde Van Vlaanderen), tanto que incluso hay un museo sobre esta carrera en la ciudad.

Además de todo eso tuve la oportunidad de asistir y fotografiar un par de carreras profesionales en las que corrieron los chicos del equipo que me acogió durante mi visita. Una de estas contó con la cobertura de Eurosport, algo que jamás me habría imaginado. La calidad de la de organización y el profesionalismo era realmente algo hermoso de apreciar. Y para qué hablar del nivel, altísimo! En Bélgica son todo terreno, no les importa hacer carreras con segmentos de adoquines o incluso tierra, con lluvia y viento, están acostumbrados a correr así. ¿Tal vez por eso son los mejores del mundo? ¿O será lo que comen?.
Aquí también era muy seguro en cuanto al respeto hacia los ciclistas y la posibilidad de dejar las bicicletas afuera de una tienda por ejemplo. Bélgica está llena de ciclovías (y buenas ciclovías), por lo que uno puede ir de una ciudad a otra sin problemas. Si no son tan amantes de escalar, este país les puede resultar más amable ya que es bastante plano, con excepción claro, de los famosos “muros” como el Muur-Kapelmuur (Muro de Geraardsbergen), el Koppenberg o el Oude Kwaremont. Estas colinas adoquinadas son realmente duras, con pendientes del 23% incluso, pero ¿Qué sería del ciclismo belga sin ellas?.
En terrenos como estos es que cobra tanto sentido toda la tecnología que han inventado para carreras como la Paris – Roubaix. Contar con una buena horquilla y con un buen sillín es de mucha importancia (personalmente tengo el Mimic y es lo mejor que le ha pasado a mi bici).
Luego de recorrer y visitar lo que era de mi interés en el país de los wafles, los chocolates y Eddy Merckx, debía tomar una decisión; estaba muy cerca de Alemania y antes de emprender todo este viaje ese país era uno de los lugares que quería visitar por razones familiares, sin embargo, estaba muy entusiasmada viendo ciclismo y para esa fecha ya se estaba corriendo la Vuelta a España. Quedando pocos días para mi cumpleaños decidí regalarme a mi misma ir a ver una etapa: la contrarreloj individual en Pau, Francia.
Me despedí de Bélgica totalmente encantada y fascinada por haber podido presenciar lugares que solo había visto por la televisión y ahora cobraban vida y mucho más sentido en mi imaginario y emprendí mi retorno al sur.
Pau es una ciudad situada al suroeste de Francia, en el departamento de los Pirineos Atlánticos. Llegar hasta allá me tomó bastantes horas desde Bélgica. Muchos transbordos en bus, incluso una pequeña escala en Paris otra vez, pero finalmente llegué!

Salí a recorrer los alrededores y ya se sentía toda la vibra de la Vuelta. Los equipos estaban en la ciudad en su día de descanso y era fácil toparse con ellos en bicicleta por la calle. Recuerdo haber ido caminando con mi maleta y casi llegando a una esquina veo pasar al campeón del mundo (en ese momento) Alejandro Valverde. No podía más con la emoción!
Día del cumpleaños

Esa mañana me desperté muy temprano, desayuné y por la ventana vi que ya estaba todo el tránsito cortado (la cromo pasaba justo afuera del departamento donde me estaba alojando).
La meta estaba cerca pero la partida a unos 20 minutos caminando. Pensé en pasar a un supermercado a comprar cosas para comer durante el día, pero no encontré ninguno en el camino. Al final no fue necesario porque en la partida estaba lleno de auspiciadores, y Carrefour, el supermercado auspiciador, regalaba mucha mercadería!
El resto fue como un sueño: estaban todos los equipos con sus respectivos buses y camiones, calentando en los rodillos, mucha gente expectante, reconocí a algunos locutores de Eurosport y otros invitados, como Miguel Indurain. Aquí nuevamente la gente fue siempre muy amable y respetuosa, me cedían sus lugares para que pudiese sacar fotografías.

Ese día Nairo perdió el liderato de la Vuelta ante Roglic y yo me fui con un montón de regalos de la gente que supo que yo estaba de cumpleaños.
En la noche tocaba regresar nuevamente a España para seguir viendo la Vuelta, lo cual en parte fue un alivio ya que no sé hablar Francés y la comunicación se hacía muy complicada ahí (dicen que nadie te habla en inglés en Francia y es verdad). Lo primero que hice al llegar a San Sebastian (País Vasco) fue desayunar una tortilla de patatas y planear que otras etapas alcanzaría a ver antes de tener que volver a Barcelona para tomar mi vuelo de regreso a Chile.
Decidí volver directamente a Asturias, en donde se llevarían a cabo tres etapas y a recuperar mi bicicleta obviamente, porque tenia muchas ganas de seguir pedaleando.
Vi la llegada de etapa en la ciudad de Oviedo, muy entretenida por la cantidad de gente que esperaba en meta. El apoyo y la motivación de las personas al momento de ver ciclismo en Europa me impresionó. Pero lo realmente bueno vendría después, porque tocaba una etapa con llegada en alto en un puerto de montaña! Personalmente son mis etapas favoritas de ver, porque siento que rescatan lo épico del ciclismo y las montañas siempre son lugares muy hermosos donde me gusta estar. Por estas razones no me podía perder ver una etapa de montaña en persona.
Alto de La Cubilla



Para quienes pedalean en Santiago, en cuanto a distancia y pendiente era bastante similar a Lagunillas, pero el paisaje brutalmente distinto. Estaba rodeada de montañas gigantes de roca, como las de la Patagonia, pero sumidas en un mar de arboles verdes.
En esta ocasión fui en compañía de una chica muy motivada con su mtb que tuvo la gentileza de alojarme durante mi estadía en España. A diferencia de Belgica, no vi a tantas mujeres en la ruta durante mis pedaleos previos por esta zona , pero claramente habían muchas! Ya que en la subida a La Cubilla encontré a bastantes mujeres más.
Empezamos a subir tranquilamente ya que quedaban varias horas para que llegara el pelotón. Todo el camino estaba repleto de personas en bicicletas de ruta, mtb, a pie, algunos ya venían de vuelta, habían familias completas con niños, clubs enteros, etc. Mi compañera no estaba muy acostumbrada a subir por lo que tuve que seguir mi camino sola hasta la meta, pero nos logramos encontrar arriba antes que llegara el pelotón. Fue genial verla llegar y lograr la misión del día.
A pesar de hacer la mayor parte de la ruta “sola”, siempre fui alentada por las personas que iban subiendo. El ambiente era de mucha fraternidad, todos muy solidarios con quien iba pedaleando al lado, si bien todos íbamos a ritmos diferentes el objetivo era común: ver la etapa y disfrutar del mejor ciclismo y la belleza del lugar.

Como soy fotógrafa no pude evitar llevar mi equipo fotográfico conmigo, eso significó hacer la ruta con un tremendo peso en la espalda, pero la verdad en medio de toda esa situación el peso de la cámara fue lo de menos y además siempre he sentido que mi bici es muy cómoda y sirve para toda situación (tengo una Specialized Dolce y debo decir que es tremendamente apañadora en muchos terrenos). Muy cerca de la meta comenzaron a aparecer los carteles que indican cuantos metros te quedan para llegar y creo que fue una sensación demasiado intensa darme cuenta dónde estaba realmente, casi con lágrimas de emoción crucé el pórtico, busqué donde parar (porque estaba lleno de gente), me abrigué, recorrí un poco y me quedé viendo la carrera en una pantalla gigante dispuesta para los espectadores.

Las nubes ya habían aparecido antes de que yo llegara a la cima y el panorama no cambió, por lo que decidí bajar un poco y esperar al pelotón a 2 km de meta, donde convenientemente había un puesto de comida. El frío era bastante evidente, pero solo debía soportarlo un poco más.
Finalmente comenzaron a pasar las motos y autos de La Vuelta. El helicóptero se empezó a escuchar a lo lejos y fue que finalmente aparecieron los ciclistas.
El primero en pasar escapado fue Jakob Fuglsang, ganador de la etapa, unos minutos después apareció el grupo perseguidor y así fueron pasando poco a poco. Estas etapas de montaña son la oportunidad para ver pasar “un poco más lento” a los ciclistas (porque de igual forma suben a un ritmo desquiciado) pero quienes no están peleando podio iban algo más relajados, incluso conversando entre ellos (los que soportaron mejor el día). Otros pasaban solos con cara de sufrimiento y daban ganas de pasarles una manta con un café (era lo que todos necesitábamos en ese momento).
Lo que ocurrió después no me lo esperaba. Comenzaron a bajar desde la cima la mayoría de los ciclistas de la carrera. Así fue como ese día vi a casi todos los equipos pasar dos veces y lograr bajar con ellos pasando por el lado fue muy entretenido.
Para esta fecha ya solo me quedaban un par de días por estas tierras. El cansancio se hizo sentir y aproveché de pedalear los últimos días, comer las cosas que más me gustaron y simplemente seguir disfrutando. Cuando comencé a desarmar mi bici para embalarla nuevamente supe que el viaje ya había terminado y solo me quedaban horas de trayecto en avión. Por una parte no tenía ganas de volver, por muchas razones, en especial la sensación de seguridad y tranquilidad, eso es impagable, y mejora la calidad de vida enormemente.
A veces siento mucha pena que varias sintamos miedo de salir solas a pedalear o volver muy tarde a casa. Pero por otro lado estoy enormemente feliz y e infinitamente agradecida de esta experiencia y tener este espacio para compartirla con ustedes. Ojalá sirva para que muchas más se motiven a hacer este tipo de viajes ya sea sola u acompañadas, con o sin bicicleta, durante meses o una semana. Viajes así te cambian la percepción de muchas cosas, pero sobre todo, llenan el corazón.

Francisca Widerström
Colaboradora Pedalea por Ti
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