Embarazo ciclista

Y es que todas las etapas de la vida son hermosas y desafiantes, pero hay una especial en el camino de algunas mujeres que les cambia la ruta y les permite descubrir nuevos senderos. Esta es la historia de Daniela Gutierrez, y su embarazo ciclista.

Las cosas como son y no siempre son sencillas, menos para una mamá ciclista que ya tiene más de mil cosas que hacer y resolver en el día a día. Tratar de cuadrar las dinámicas familiares, trabajo y ciclismo, y le sumamos una barriguita que de a poco se va robando el protagonismo de nuestro cuerpo y dejando nuestros pedaleos en el exterior un poco postergados, pero que para quienes tenemos la posibilidad de contar con un rodillo de entrenamiento o bicicleta estática, es la salvación para conectarnos con nuestra esencia y bicicleta. Y es que la pandemia también nos enseñó o más bien nos mostró que podemos adaptarnos a las adversidades y a los regalos de la vida, aunque a veces nos cuesta lágrimas y otras veces nos saque enormes sonrisas.

Tener apoyo en este proceso es fundamental, apoyo de partner y si es ciclista, ¡mejor! Contención familiar, laboral, de amigas ciclistas, apoyo de quienes sentimos son parte de nuestro camino, porque no siempre lo hermoso es fácil. Hay días en los que quisiera mejor no haber despertado y otros en que la energía es tanta que me inscribiría ya en una ultra maratón, pero la realidad es un poco menos exigente en kilómetro y más exigente para nuestro cuerpo en lo fisiológico.

“Las primeras semanas no tenía idea que estaba embarazada y con mi compañero de vida nos fuimos de ruta a la cordillera, Reserva Altos de Lircay, muchos bellos kilómetros y un buen desnivel acumulado, y yo como tuna. Claramente fue el último fondo de este tipo y bien aprovechado”.

Posterior a confirmar que una nueva vida se estaba gestando dentro de mí, en el control médico me confirmaron que podía seguir pedaleando sin problemas si todo marchaba bien hasta el día del parto, peeeero con la salvedad que desde la semana 20 o cuando ya se asoma la pancita tendría que estar modo indoor y con una controlada frecuencia cardiaca. Ya había pasado más de un año con pedaleo en rodillo en pandemia, así que no fue tan terrible al comienzo, pero al ver lo hermoso de los días, que las restricciones eran menores cada día y que me sentía full energía, tuve unos días algo tristes por no poder salir a sentir el viento en la cara. Y es aquí donde el apoyo de los que nos rodean es importantísimo.

El rodillo se transformó nuevamente en mi conexión con los pedales, tanto para mantenerme con ánimo, saludable y haciendo una de las cosas que más amo.

Fue fundamental seguir utilizando calzas adecuadas para cuidar nuestra zona íntima, que sufre más roce y presión por el peso que ejerce la pancita. En mi caso un peto cómodo, una toallita para el sudor y mucha agua, el líquido es fundamental porque las temperaturas están altísimas y sabemos que en rodillo sí que sudamos, más durante un embarazo veraniego.

Además, siempre se puede mantener el contacto con la naturaleza. Comencé con caminatas más seguidas, luego ya modo trekkings más largos y así me mantuve muchas semanas. Nos pusimos a recorrer Reservas de la región del Maule, de cordillera a mar. La famosa ruta al Enladrillado, Reserva Natural Tricahue, Reserva Nacional Los Bellotos, Embalse Ancoa y sus senderos hermosos. Les confieso que en todo momento mientras caminaba pensaba “por aquí me tiraría en la MTB”, “estos senderos están de lujo”. Creo que en muy pocos momentos la bici salió totalmente de mi cabeza.

Y es que, si algo tenemos en común todas acá y quienes están leyendo esto, es nuestro vínculo innegable con la bicicleta y vivir experiencias en ella, de esas que quedan marcadas, y mientras más difícil es la ruta o el cerro, más felices nos deja. Nos enseña, nos saca de nuestra zona de confort, nos desafía y nos hace aprender de nosotras y nuestras capacidades. Algo que tiene en común la bici con un embarazo es que, sin lugar a duda nos enseña y nos muestra lo fuertes que somos, aunque tengamos la revolución hormonal, el cambio corporal y ser muchas veces un desastre de emociones encontradas. Todo es un mundo, al igual que como mujeres ciclistas.

Entre todo lo bello existen adversidades o complicaciones. Un sangrado de madrugada me mantuvo en días de reposo que se hicieron eternos, pero tenían causa y hay que cumplir a cabalidad cuidarnos para poder continuar y que todo resulte de la mejor manera. Lo maravilloso es que pude volver a pedalear en casa, aunque sea a baja intensidad.

Los días y semanas van pasando así, en la rutina de despertar, desayunar bien y saludable, porque es fundamental para el deporte y por supuesto en un embarazo. Todas queremos subir lo menos kilos posibles, pero es inevitable y normal que ocurra. Hay que intentar aceptar este cambio corporal y abrazarlo. Luego y según el tiempo, tratar de compatibilizar las labores domésticas, colegio y tareas, de trabajo remunerado y bueno, lo que para mí es fundamental, el pedaleo.

Ahora con prenatal es más fácil, ya en la semana 34 en casa y con más tiempo me digo, y ahora ¿qué hago? Tengo tiempo, tengo ganas de salir a pedalear, pero una gran pancita que cuidar, así que una buena serie y al rodillo, un poquito de trabajo de fuerza y elongación porque hay un cuerpo que preparar para recibir la vida que se viene de la mejor manera posible.

Me alientan y motivan quienes comparten sus pedaleos en RRSS, entrenamientos, carreras, salidas de amigas, etc. Qué ganas de estar pronto ahí, recorriendo kilómetros con la flaca o cerros con una MTB, pero arriba de una cleta indiscutiblemente. 

NO les miento. Hay noches largas que se duerme muy poco, días también largos en los que la cabeza trabaja a mil y piensa en lo que se viene, ansiedad, nervios, etc. Un montón de emociones y sensaciones combinadas que ¡wooooow! Dónde las meto para que no se apoderen de mí. La verdad es que las subo a la bici y bajamos revoluciones, respirar y continuar. Y por supuesto que la voz de mi familia hace que todo sea más llevadero y hermoso. Mi casa es un lugar llenito de amor. Bueno, y yo también con unos kilos más de amor, de edema en los pies y dolores normales de las últimas semanas de embarazo, pero insisto que llenita de amor.

Y es normal que no nos sintamos siempre bien, es parte de vivir un embarazo. Hay mañas, penas, alegrías, sueño, hambre, ganas de subir un cerro a tope y por supuesto dormir o estar boca abajo, de guatita, cosa que extraño y ya falta menos para lograrlo. Si estás viviendo un embarazo seguro me entenderás y si eres ciclista, aún más.

Recuerden que somos mujeres ciclistas, podemos con todo y más. Dejémonos apoyar y apapachar. Es necesario para que el camino no se haga tan cuesta arriba, una manito que nos empuje para llegar a la cima, ahí donde está la meta.

Daniela Gutierrez
Mamá, Nutricionista y ciclista
@danielagutierrezabarca

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