Es difícil hablar de algo cuando te lo piden, sobre todo si ese algo abarca algo así como 20 años de mi vida. Y eso si sólo consideras el tiempo en el que ocurre “oficialmente”. Pero me preguntaron si podía hacerlo y acepté.
Podrán adivinar: les hablaré de la bici, o de una vida biker mejor dicho. Aprovechando que es 14 de febrero le sumaré algo de sentimientos a la cosa.
Como muchos, aprendí a pedalear bajo la ayuda de papás, abuelos y de cualquiera que quisiera aportar a la enseñanza de una habilidad básica y primordial para cualquier niño: andar en bicicleta. Pero fue hasta los 11 o un poco más que la cosa se puso algo más motivada. Consciente de mi propia existencia, la bici se volvió la forma de meditar la vida, y en esas vueltas locas por el barrio aparecieron saltos de tierra y rampas de madera que se volvieron el máximo pasatiempo.
Y así pasaron los meses hasta que un día un amigo me llevó al cerro. En ese tiempo solo hacía XC o DH, claramente mi estilo era descenso. A los 14 años me convertí en ciclista. La motivación era enorme, salía al caracol (cerro de Concepción, Chile) temprano en la mañana y no volvía hasta la tarde, casi noche. Conocí a variadas personas, de muchísimas edades y de todas partes, lo que importaba eran las bajadas en bici y nada más. Yo era súper novata, pero me sentía con talento y al corto tiempo empecé a andar más rápido, lo que a esa edad se volvió un problema: debía reparar constantemente mi bici y no contaba con mucho presupuesto. Una situación que sin saberlo marcaría quién soy hoy.
No pasó ni un año desde mi gran estreno como ciclista y ya me había inscrito en mi primera carrera, en mayo de 2005. Ni me acuerdo cuál fue mi resultado, pero si les diré que me enamoré de la sensación de las carreras. Ese año también fui a competir a Recinto (camino a nevados de Chillán), en donde me quedé con la cuarta posición en la categoría novicios y bueno, también fue la muerte de mi bici de infancia, tenía fisuras por todas partes!
Siempre he sido bastante creativa y buena para construir cosas, y necesitaba pagar una bici nueva ¡así que manos a la obra! Empecé a fabricar guías de cadena y a hacer reparaciones en mi patio. Con eso, tiempo después y con la ayuda de mi papá me compré mi primera bici “pro” con la que en 2006 volví a las carreras con todo. Corría todo lo que pudiese, locales, regionales y nacionales y tan mal no me iba. Recuerdo un año que estaba peleando el podio de la Copa Chile en categoría Experto, me parece que fue en 2010.

Ya no era una niña y era evidente que mi vida giraba en torno a las dos ruedas. Por un lado, estaban las carreras y por otra parte, el trabajo la mecánica que financiaba gran parte de todo. Es loco que algo te llene tanto el alma como para estar todo el tiempo pendiente de eso. Me construí una casita en el patio para poder potenciar mi negocio de reparación de bicicletas mientras estudiaba (soy diseñadora). Lo que era un trabajito para financiar las carreras y la bici, se volvió algo real en 2013: me volví parte de Multibike y comencé mi carrera en el mundo de las bicis. Actualmente sigo en el mismo lugar, bastante más grande y habiendo pasado por muchos cargos, sigo en lo mismo: dándole amor a las bicis. Para mí es muy gratificante ayudar a que todos tengan una mejor experiencia con el ciclismo.
Es loco que algo te llene tanto el alma como para estar todo el tiempo pendiente de eso.
Antonia Saelzer

Por otro lado, seguían las competencias, aunque ya no las veía con tanto interés como en un inicio. Como a los 25 años comencé con mi crisis de identidad de género que me alejó casi por completo de las carreras, ya no las quería vivir como lo llevaba haciendo por tantos años. Pero ese es un tema para otra ocasión quizás. El punto es que con la llegada de mi nueva vida también llegó una nueva luz y la quería y quiero aprovechar con todo. De repente, muy tímidamente, empecé a reconocer lo que era competir, pasar a correr categorías femeninas le dio un encanto que no me esperaba, una sensación de tranquilidad y felicidad que no sentía quizás desde esas vueltas por el barrio, los saltos de tierra y las rampas de madera en la mitad de la calle.
Aquí es dónde a mi parecer se completa el ciclo. En todo mi crecimiento como mujer, yo me estaba recién conociendo y apoderando de mi identidad, cuando una personita toca la puerta de mi corazón. Ella fue al taller para ver una bici para su hijo mayor y de alguna forma eso comenzó un algo muy bonito. ¡Me enamoré de la Pepa! Yo media indecisa porque no sentía que fuese el momento de iniciar una relación con alguien, pero al poco tiempo me empezó a acompañar a pedalear y creamos una conexión gracias a la bici, que nos permitió conocernos a fondo. En muy pocas palabras, comencé a traspasarle toda mi experiencia ciclista a esta persona que ahora es parte de mi vida, y no sólo a ella, sino que también a sus hijos que ahora son como míos. No es algo sencillo, pero en incentivar la experiencia biker en esas dos mini personitas me abrió un mundo nuevo en el que quiero motivar, aunque sea a unos pocos, a atreverse a dejar que la bici los lleve.

Ahora, a mis 32 años, me gusta sentarme a apreciar mis dos bicis, las puedo ver horas sin aburrirme porque ellas me llevan a todo lo que tuvo que pasar para estar dónde estoy hoy. Las experiencias de vida, las innumerables carreras y las miles de bicis que han pasado por mis manos para mejorar y espero que muchas sonrisas detrás de ellas. Me recuerdan las dos caras que ha tenido mi vida y las personas que han llegado gracias a ellas. Y, sobre todo, me motivan a empezar un nuevo ciclo en la vida, uno que espero vivir y disfrutar a fondo, y ojalá, traspasar todo lo que amo a los que vengan mas adelante.
¡La bici motiva, la bici sana, la bici cultiva relaciones y amistades, la bici te lleva mas allá que a un simple destino!
Y como no me presenté al inicio, Soy Antonia, la Anto, o como quieran llamarme. Corro en descenso y enduro, soy mecánica de suspensiones y lo que sea en realidad. Y para mi la bici es un vehículo que te lleva al amor, sea cual sea.
¡Feliz 14 de febrero!
Antonia Saelzer
Instagram: @anto.morado
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